Una mirada de cerca a las aves, los humanos y sus experiencias compartidas

En nuestra nueva serie Volando Juntos, usted podrá encontrar historias inspiradoras sobre aves y las personas que cuidan de ellas.

Cuando se nos ocurrió la idea de contar historias a través de una serie de fotografías que capturasen las distintas formas inspiradoras en que se transmite la pasión de algunas personas por las aves, supimos que habíamos dado en el blanco. ¿Qué mejor vínculo podrían retratar los lentes de nuestros fotógrafos que aquel entre un ave y la persona que cuida de ella? Al fin y al cabo, es ahí donde la Sociedad Audubon y nuestros miembros se sienten más cómodos. A un nivel curiosamente pragmático, también deseábamos crear algo que nos atrajera: muchas veces aquí en Audubon nos vemos inmersos en historias que reflejan los aspectos más oscuros del mundo que nos rodea, como el cambio climático, la destrucción de los hábitats naturales, la explotación por codicia. No me disculpo por eso, pero reconozco que adentrarse sin miramientos en la oscuridad es una receta para la desmoralización y la derrota, y existen muchas historias positivas en todo el mundo, quizás hasta más que negativas. Nuestra serie Volando Juntos —una versión al español de Flock Together—, que apareció por primera vez en la última edición y que acaba de publicarse en Internet, es una forma de asegurarnos de destacar aquellas historias que nos ayudan a ver los aspectos positivos.

Si ojeando la revista ha llegado hasta aquí, quiere decir que ya pudo disfrutar de tres de estas historias, que dispusimos a modo de saludo visual en esta edición. Creo que esas imágenes son una buena representación de lo que intentamos lograr con Volando Juntos. Conocimos a Dalaikhan Itale, un cazador del macizo de Altái, en Mongolia, cuyas armas son águilas reales que entrena desde los 13 años; a Nicole Castaneda, una voluntaria dedicada que alimenta con bayas a los polluelos de mirlo primavera en el Centro Sharon Audubon, de Connecticut; y a Chris Parish, cuyo equipo de Arizona capturó a 70 cóndores de California el año pasado, y al final trató a 20 de estos ejemplares por intoxicación por plomo antes de liberarlos. Ese, de hecho, es el momento hermoso y casi subliminal que une a estas tres historias dispares: la liberación de las aves a la naturaleza, y el fomento de su capacidad para sobrevivir y desarrollarse en ese medio. Si esta serie de fotografías han abierto su apetito y quiere más, le suplico que entre a audubon.org/flock-together a ver las galerías completas de cada una de estas historias, además de otras que no publicamos en la revista.

Y si conoce otras grandes historias de personas y sus vínculos únicos con las aves que aman, nos gustaría escucharlas. Envíenos una nota (y una foto, si fuera posible) a flocktogether@audubon.org. Ayúdenos a seguir inspirando.