¿Teddy o no? De qué forma Ryan Zinke le está fallando a la conservación en los Estados Unidos

Al no estar a la altura de su discurso inspirado en los principios de Roosevelt, el Secretario de Interior está poniendo en peligro el legado de su departamento (y el de su autodenominado ídolo).

Una mañana de marzo, Ryan Zinke se puso un sombrero de vaquero negro, se montó en un caballo bayo ruano llamado Tonto y desfiló por las calles de Washington, D.C. hacia su primer día de trabajo. Luego de instalarse en su oficina recubierta de madera, el nuevo Secretario del Interior se reunió con 19 grupos de cazadores y pescadores, incluidos Ducks Unlimited y la Federación Nacional para la Vida Silvestre (NWF, por su nombre en inglés). Un retrato de Teddy Roosevelt reposaba sobre su escritorio.

La obra de arte era un guiño al enamoramiento de Zinke con el primer presidente conservacionista de los Estados Unidos. Durante su audiencia de confirmación, el excongresista de Montana se refirió a sí mismo como un "admirador de Roosevelt sin remordimientos". (Incluso la biografía de Twitter del secretario contiene una referencia a #TeddyRoosevelt). Zinke comparte el fervor medioambiental de su ídolo en un nivel modesto y contemporáneo: reconoce el cambio climático, apoya el Fondo de Conservación del Suelo y del Agua y se opone a la transferencia masiva de tierras federales a los estados. 

Sin embargo, los grupos de vida silvestre aún no han comenzado a señalarlo. El mismo día que asumió el cargo, el secretario rechazó una prohibición de municiones y equipos de pesca de plomo en todas las propiedades del Servicio de Pesca y Vida Silvestre. También anunció que el Departamento de Seguridad Nacional podría cancelar las protecciones para especies amenazadas, como jaguares, para abrir camino a la propuesta del muro fronterizo del presidente Trump. E insinuó la reformulación de las metas de gestión del urogallo de las artemisas por "cantidad, no hábitat", un enfoque desacreditado que podría desentrañar un conjunto de planes colaborativos desarrollados por biólogos, ganaderos, compañías de energía y funcionarios estatales y federales. "Deberíamos estar buscando maneras de trabajar con los estados para implementar esos planes", dice Sarah Greenberger, vicepresidente de políticas conservacionistas de Audubon, "no destruirlos".

Las acciones de Zinke son tan preocupantes como sus palabras. A fines de marzo, el secretario rescindió una reglamentación de la época de Obama que obligaba a la Secretaría a evitar proyectos que dañaran la vida silvestre y el hábitat y, si fuera necesario, los equilibrara con nuevos trabajos de recuperación. También solicitó una revisión de las políticas de mitigación, cambio climático y desarrollo de energía, una medida que podría poner en peligro las protecciones contra perforaciones en el Ártico, las estrategias de adaptación climática y un abanico de planes de recuperación cuando deban realizarse las recomendaciones este verano.

Las malas noticias continuaron en abril, cuando una "lista de prioridad de trabajo" de la Oficina de Administración de Tierras (BLM, por sus siglas en inglés) confirmó el objetivo de la agencia de cambiar de la conservación al desarrollo de energías. El memorándum pide acelerar el proceso de permisos de perforación, extracción de carbón y construcción de oleoductos; aprobar los proyectos de seguridad fronteriza (léase, el muro); y posiblemente quitarle poder a la Ley de Especies en Peligro de Extinción. Además, el presidente Trump le ordenó al secretario que investigue 27 designaciones de monumento nacional, una amenaza directa a la Ley de Antigüedades, aprobada por el mismo Roosevelt.

Es cierto que no todas las noticias son desalentadoras: En abril, la Comisión de Conservación de Aves Migratorias, presidida por Zinke, aprobó financiación para recuperar más de 100.000 acres de hábitat en 14 estados. Collin O'Mara, presidente y director ejecutivo de NWF, espera poder persuadir al secretario de preservar más tierras para especies sensibles. "Si realiza algunas inversiones iniciales ahora, puede evitar acciones reglamentarias más adelante", dice O'Mara. "En muchos sentidos, esa es una solución conservadora".

Pero incluso si Zinke desea ayudar, estará limitado por el presupuesto de su agencia. La Secretaría ya está corta de dinero, solamente el Servicio de Parques Nacionales tiene un retraso de mantenimiento de $12 mil millones, pero aun así el Presidente Trump ha propuesto recortar su financiación en un 11 por ciento, o aproximadamente $1,4 mil millones. Después de su audiencia de confirmación, el secretario se comprometió a luchar contra los recortes, y añadió: "creo que voy a ganar". El hecho de que aún está perdiendo, dice Whit Fosburgh, presidente y director ejecutivo de Theodore Roosevelt Conservation Partnership, sugiere que es posible que Zinke no se encuentre en el círculo interno de Trump; lo que podría complicar la obtención de presupuesto para la conservación.

Fosburgh, como la mayoría de los defensores de vida silvestre, se reserva su opinión con respecto a si el fanático puede estar a la altura de su discurso. En la superficie, Zinke comparte mucho con su ídolo, incluidos antecedentes militares, una afición por la caza y una inclinación por pasear por la capital a caballo. Pero por ahora, ahí se acaba la comparación. "¿Desea ser el próximo gran conservacionista?", pregunta Fosburgh. "Bien, ¿qué medidas positivas tomará para la administración de nuestras tierras a largo plazo?" A diferencia de Roosevelt, Zinke no ha hablado con suavidad ni lleva un gran garrote, por lo menos no en nombre de la naturaleza.