El cambio climático está aquí, pero en el día a día, puede ser difícil de notar.
Los cambios son cada vez más pequeños, tan pequeños que resulta fácil ofrecer otra explicación. Un verano muy caluroso podría una mera casualidad. Una lluvia torrencial que inunda las calles es llamativa, pero probablemente sea un incidente aislado. Vivimos en una era en la cual algunos países están cubriendo activamente sus glaciares para evitar su derretimiento, mientras que otros perforan las reservas de petróleo a través de un abandono imprudente.
Pero en su totalidad, estas casualidades se suman a algo más. A veces, hay que ver para creer.
Aquí se presentan doce ecosistemas ya afectados por el cambio climático. El calentamiento global ya está afectando las cadenas alimentarias. Está ocasionando fenómenos meteorológicos extremos. Nuestro abuso continuo del medio ambiente natural tiene algunas ramificaciones desagradables que no podemos ignorar. Está poniendo en peligro los recursos que las aves, otros seres vivos y los seres humanos necesitan para sobrevivir.
Estas espectaculares imágenes muestran algunos de los efectos más notables del cambio climático que ya está en proceso.
Créalo.
Famélico: San Diego, California
Este grupo del krill, rosa, rápido y con vida, ya es un espectáculo poco común en el Pacífico Norte. Pero con mares más cálidos, se convertirán en algo aún más raro, aquí y en otros lugares. Los pequeños crustáceos viven en una banda de temperatura estrecha de solo 6 grados de ancho. A medida que las aguas se calienten y el krill muera, comenzarán a caer otras fichas de dominó en la cadena alimentaria marina; todas las clases de aves marinas, peces y leviatanes se alimentan de estas pequeñas criaturas de tres pulgadas. En California, el mérgulo de Scripps, una especie local y en peligro de extinción, depende del krill como uno de los pilares de su dieta. A medida que los enjambres como estos desaparezcan, es imposible saber cómo se adaptará el mérgulo. Foto: Richard Herrmann/Océanos/Galatée Films
Inundado: Condado de Dorchester, Maryland
La Bahía de Chesapeake, cuyas olas se extienden hasta las carreteras costeras de Maryland, ha subido un pie durante el siglo XX. Con el agua extendiéndose cada vez más tierra adentro, cualquier tormenta es ahora más peligrosa para el hábitat costero y la fauna que vive en él. Los nidos locales del avetoro norteño se encuentran ubicados en los densos cañaverales de los humedales de la zona, pero ahora son golpeados con frecuencia por las olas. A medida que las mareas ciclónicas en todo el mundo empeoren, el avetoro y otras aves se verán pronto sin refugio. Foto: Greg Kahn/Grain
Cubierto: Glaciar del Ródano, Suiza
El Glaciar del Ródano ha retrocedido de manera constante durante los últimos 150 años. En este momento, la situación es tan extrema que los científicos han decidido cubrir los glaciares con mantas especiales que los protegen del calor durante los meses de verano. Proyectos como este en el Glaciar del Ródano en los Alpes suizos evitan que el glaciar siga retrocediendo, a la vez que impide al agua derretida del glaciar entrar en las corrientes de agua locales. El uso de mantas protectoras es ahora una práctica común en muchas regiones glaciares del mundo. Foto: Olivier Maire/EPA/Corbis
Perforada: Capa de Hielo de la Antártida
No son solo los gases atmosféricos de efecto invernadero los que calientan la tierra; el blanco brillante de los casquetes polares también debe reflejar los rayos solares hacia el espacio. Pero estos casquetes cubiertos de nieve se ven interrumpidos cada vez más por hoyos de este tipo, cuyos fondos de fango negro compuesto de un sedimento rocoso denominado crioconita reduce drásticamente la reflectividad de la superficie polar. A medida que el hielo sufre cada vez más perforaciones debido a la crioconita, se captura más y más calor, derritiendo cantidades crecientes de hielo en un circuito de retroalimentación que podría significar el fin de los hielos compactos, una de nuestras defensas más importantes contra el cambio climático fuera de control. Foto: Nick Cobbing
Fracturación: Bakken Shale, Dakota del Norte
La fiebre del petróleo de la formación Bakken, el depósito masivo de petróleo y gas debajo de Montana y Dakota del Norte, es un nuevo tipo de peligro ambiental: la fracturación hidráulica o fracking. El avance de la degradación que se muestra aquí es solo la herida superficial. La fracturación bombea productos químicos y arena dentro de la tierra y rompe la formación de roca de manera explosiva, liberando combustible que a menudo encuentra su camino hacia las cuencas adyacentes. Cada vez existen más pruebas de que la fracturación puede incluso inducir terremotos. El gorrión de Baird, también denominado gorrión sabanero blanco, el cual se encuentra en peligro crítico de extinción, es un habitante de este paisaje una vez prístino. A medida que las plataformas petrolíferas devoran su hábitat, sus posibilidades de supervivencia disminuyen más y más. Foto: Tristán Spinski/Grain
Disuelto: Altiplano Central de Islandia
Islandia ha visto el aumento del promedio de temperaturas en aproximadamente 1.2 grados centígrados desde 1975, una tasa cuatro veces mayor que la del resto del hemisferio Norte. Estas vetas opalescentes son en realidad riachuelos de agua de deshielo de los glaciares, haciendo su camino desde los casquetes de hielo hacia el mar. El aspecto lechoso proviene de todos los sedimentos disueltos, conocidos como harina de roca, que se encontraban retenidos en el hielo. La belleza de estos pequeños ríos esconde una oscura realidad: Los más de 300 glaciares del país están perdiendo 11 mil millones de toneladas de hielo al año. Foto: Solent News/Splash News/Corbis
Exceso de Ganadería: Arizona
La agricultura industrial representa actualmente el 80 por ciento del uso de agua en los Estados Unidos solamente. Además del desperdicio de agua, la cría de ganado libera hasta 94 millones de toneladas métricas de carbono a la atmósfera a nivel mundial, sin mencionar los millones de toneladas métricas de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2. El ganado que se ve en este lote de campo, que se extiende hasta donde alcanza la vista, consumen y producen CO2. A medida que la población mundial crece, una mayor intensificación agrícola es inevitable. Foto: Peter McBride
Agotado: Baja California, México
El delta del Río Colorado se extendía por más de 2 millones de acres en el suroeste de Estados Unidos y el noroeste de México. La severa sequía de estos días, agravada por las derrochadoras técnicas de riego de la agricultura local, han reducido el río a un hilillo de agua al momento en que este llega a la frontera. Si se sigue el canal hacia su cuenca en el Golfo de California, que se muestra aquí, durante gran parte del año, todo lo que encontrará es un cauce desecado. Desde el año 2004, la cuenca de 244,000 millas cuadradas del Río Colorado ha perdido 65 kilómetros cúbicos de agua dulce, la mayoría de esta subterránea, o cerca de tres veces el aporte anual del río en el golfo. A pesar de los pactos de distribución de agua destinados a enfriar la tierra reseca, los humedales que las aves como el rascón de California necesitan para sobrevivir podrían ser pronto un mero recuerdo. Foto: Peter McBride
Marchito: Columbia Británica Central