En un mundo más cálido, las aves del desierto correrán mayores riesgos de deshidratación

A medida que el clima cambia, las aves que habitan en el desierto necesitarán más oasis que nunca para mantenerse frescas e hidratadas, según un estudio reciente.

Cuando el mercurio se eleva las aves no lo sudan, pero solo porque no pueden. En lugar de sudar, las aves emplean el poder refrescante del jadeo, que expulsa el exceso de calor al evaporar el agua. 

"Tienen sus picos abiertos y se les ve agitadas, sus cuerpos se mueven hacia arriba y hacia abajo", dice Deborah Finch, bióloga del Servicio Forestal de los Estados Unidos que ha estudiado las aves del desierto. "Sabes que están acalorados".

Pero refrescarse tiene su precio: pérdida de agua. Las aves tienen la necesidad de reemplazar el agua, y encontrar frutos e insectos jugosos u otra fuente de agua para reponer sus reservas conlleva un gran esfuerzo. Si no pueden encontrar agua, a veces las aves mueren en el calor, un evento que podría volverse más común a medida que el cambio climático ocasiona un incremento en los días cálidos y la severidad de los mismos en muchos lugares.

Para entender mejor lo que estos cambios podrían significar para las aves, Thomas Albright, geógrafo y biólogo de la Universidad de Nevada, Reno, Estados Unidos, realizó el cálculo para descubrir cuánto calor pueden soportar las aves. "Estamos actuando casi como contadores, realizando un balance de los presupuestos de agua de estas aves", dice. Su equipo sabía a partir de estudios previos que si un ave pierde más del 15 por ciento de su peso en agua, es muy probable que muera. Pero deseaban ver cuánto cambio climático pueden soportar las aves antes de llegar a ese límite. Su investigación fue publicada hoy en Proceedings of the National Academy of Sciences.

Teniendo en cuenta la seguridad de las aves, los colegas de Albright diseñaron un experimento para estimar qué tan rápido se deshidratan en temperaturas más elevadas. El equipo capturó aproximadamente 200 aves de diferentes especies comunes en los desiertos del sudoeste de los Estados Unidos. Luego colocaron a cada ave en una cámara cerrada que mide la pérdida de agua y elevaron la temperatura.

Los científicos finalizaron la prueba después de que cada ave había perdido aproximadamente el 10 por ciento de su masa corporal, permitiéndoles recuperarse rápidamente y mantenerse sanos. Encontraron que las especies más pequeñas del estudio (jilguerito dominico y pinzones mexicanos) agotaban sus reservas de agua más rápido que las aves más grandes (matracas del desierto, rascadores enmascarados y cuicacoches picocurvos). Esto tiene sentido: las aves más pequeñas comenzaron con menos agua, por lo que agotaron sus reservas antes. Mientras tanto, las aves más grandes tenían más provisiones que podían durar más tiempo.

Luego el equipo marcó los lugares en donde estas aves corrían un alto riesgo de deshidratación hoy en día, y simularon qué pasaría si esas áreas se volvían más cálidas, suponiendo un incremento general de la temperatura de 7.2 °F (4 °C) para el final del siglo. Este es el extremo máximo de estimaciones producidas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, pero sirvió como punto de partida para ayudarles a examinar las respuestas de las aves.

Por medio de la utilización de estos mapas de temperaturas proyectadas, el equipo pudo calcular cuánto tiempo duraría el presupuesto de agua de cada especie o, en otras palabras, cuánto tiempo podría sobrevivir el ave sin agua antes de morir de deshidratación. Si el ave moría dentro de las tres horas, el área se clasificaba como de "alto riesgo" bajo condiciones futuras. Si el ave sobrevivía hasta cinco horas, la clasificaban como de riesgo moderado.

Encontraron que en virtud del supuesto cambio climático de 4 °C todas las especies experimentarán al menos cuatro veces más días de riesgo de deshidratación que en la actualidad. El calor es particularmente peligroso para las aves más pequeñas. Según el modelo, los jilgueritos dominicos en los desiertos del sudoeste tendrán un mayor riesgo de deshidratación letal durante 25 días por año, más de los 7 días actuales. Y en algunos desiertos especialmente duros, las especies experimentarán temperaturas lo suficientemente elevadas como para matarlos en menos de 3 horas durante todo el verano.

Esos son cálculos siniestros, pero aún existen factores desconocidos. Por ejemplo, es difícil predecir exactamente de qué forma interactuarán la pérdida de agua y las elevadas temperaturas en el mundo real. Después de todo, el desierto es más dinámico que la cámara cerrada que utilizaron en el entorno experimental. "Es muy difícil predecir lo que sucede en la naturaleza según lo que sucede dentro de una lata completamente oscura", dice Joseph Williams, un biólogo evolucionista retirado de la Universidad Estatal de Ohio que estudió cómo las aves sobreviven en los duros desiertos de Arabia Saudita.

También es demasiado pronto para saber cuántas aves pueden evitar completamente el problema con solo volar hacia otros hábitats. "La suposición es que las aves pueden desplazarse hacia el norte o cuesta arriba [hacia zonas montañosas más frescas], pero eso no es necesariamente sencillo debido a una variedad de razones", dice lori Hargrove, un ornitólogo del Museo de Historia Natural de San Diego que ha utilizado documentos históricos para estudiar los desplazamientos de hábitats de las aves.

Las aves necesitan algo más que una temperatura cómoda, señala: también necesitan plantas específicas para su hábitat y recursos de alimento. Si esos no migran a áreas más frescas, o migran lentamente, puede que las aves tampoco lo hagan, particularmente las especies como las matracas del desierto y el cuicacoche picocurvo, que anidan exclusivamente en cactus.

Eso no quiere decir que no haya esperanzas para el futuro de estas aves, dice Albright. Incluso si no podemos detener el cambio climático, puede que los seres humanos sean capaces de ayudar a las aves a refrescarse. En donde aumenten las temperaturas, será importante proteger las fuentes de agua y las áreas protegidas por plantas para que las aves y otros animales tengan oasis en los que puedan recuperarse del calor. Y puede que los conservacionistas tengan que cooperar en diferentes paisajes al preservar o generar corredores de vida silvestre para guiar a las aves hacia áreas más frescas. Todo esto podría ser suficiente para brindarle al rascador desértico la posibilidad de sobrevivir en este cálido nuevo mundo.