Salvar los bosques de Colombia es crucial para proteger a las Reinitas Cabecidoradas

Un nuevo estudio muestra que casi toda la población inverna en una región con deforestación desenfrenada. Este descubrimiento podría ayudar a concentrar los esfuerzos de conservación.

En 2016, el gobierno de Colombia firmó un acuerdo de paz con el grupo subversivo FARC, poniéndole fin a un período de seis décadas de conflicto armado que según consta acabó con más de 260,000 vidas. Fue un acuerdo histórico que ganó un Premio Nobel a la Paz para Juan Manuel Santos, el presidente del país en aquel entonces.

Sin embargo, casi de inmediato, se volvió aparente el efecto secundario destructivo de la tregua. Cuando los guerrilleros de FARC se van de sus fortificaciones remotas en el bosque, mineros, leñadores, agricultores y otros acudieron allí rápidamente. Se aceleró el desmonte de tierras ilegal. El año posterior al tratado de paz, Colombia perdió más de un millón de acres de cubierta arbórea según el World Resources Institute, un aumento del 46% desde 2016.

Tal deforestación desenfrenada es mala para el clima global, para la fertilidad de la tierra y para la vida silvestre. Y en particular, ahora los investigadores informan que también es malo para las Reinitas Cabecidoradas. Mientras que algunas aves migratorias se distribuyen por varias regiones de América Central y América del Sur fuera de la temporada de cría, más del 90% de estos mosquiteros silbadores amarillo limón pasan sus inviernos en Colombia, en una región con la superficie forestal mínima remanente en el país, y la segunda tasa más alta de pérdida de bosque, según un estudio publicado el miércoles en la revista The Condor: Ornithological Applications.

Eso pone a las Reinitas Cabecidoradas en una posición inestable, pero lo bueno del estudio es que estos descubrimientos pueden ayudar a los gobiernos y grupos de conservación a dirigir los esfuerzos para proteger el hábitat de las aves, cuya población ha decrecido alrededor de un 40% desde los años sesenta. “Existen regiones muy específicas que podemos incluir para sacar más provecho a nuestro dinero para la conservación” , dice Christopher Tonra, un biólogo para la conservación en la Universidad Estatal de Ohio y autor principal del estudio. “Trabajando en Colombia con las Reinitas Cabecidoradas, siento con gran firmeza que va a tener un impacto positivo en toda la población”.

El estudio surgió de una investigación conjunta liderada por Audubon. En 2013, el fundador del Observatorio de Aves de Luisiana Jared Wolfe se asoció con Baton Rouge Audubon Society para fijar geolocalizadores a tres Reinitas Cabecidoradas en el Bluebonnet Swamp Nature Center de esa ciudad. Los geolocalizadores son dispositivos pequeños y livianos que registran la hora del amanecer y del atardecer, lo cual les permite a los científicos calcular en forma posterior la latitud y longitud de un ave a lo largo del tiempo. Solo uno de esos tres localizadores brindó datos relevantes en ese primer experimento, pero generó visiones tan útiles sobre la migración que Erik Johnson, director de Conservación de las Aves en Audubon Luisiana, y un amigo de Wolfe decidieron convocar a un grupo de trabajo en 2014 para estudiar a la especie en su ciclo vital anual.

Para el nuevo estudio, ese grupo de científicos universitarios y gubernamentales, voluntarios y personal de Audubon, incluidos quienes estaban en el bosque Francis Beidler en Audubon Carolina del Sur, fijaron 149 geolocalizadores a Reinitas Cabecidoradas en sitios de los seis estados en toda el área de reproducción que abarca humedales forestales desde el sureste hasta el atlántico medio y la región central del país.

En total, 33 geolocalizadores de las reinitas recapturadas proporcionaron datos sobre el invierno que pudieron utilizarse para el estudio. Y de esas aves marcadas, 30 (que representaban a cada estado participante) pasaron el invierno en el norte de Colombia. Johnson, coautor del estudio, cuenta que fue una sorpresa para los investigadores descubrir que las aves de todo el este de los Estados Unidos se agrupan tan cerca durante el invierno en un área que tiene un tamaño de alrededor de un quinto de su área de reproducción. “Tiene que haber un gran foco ahora en intentar proteger lo mayor posible de ese hábitat en la región”, agrega.

Hasta ahora, la creencia popular sostenía que las Reinitas Cabecidoradas dependen mucho de los bosques de manglares costeros, pero nuevos descubrimientos indican que, si bien sin lugar a dudas usan el hábitat de manglares, los bosques tierra adentro proporcionan un hábitat invernal clave. Esto puede ser una buena noticia para las aves, debido a que los manglares ya son poco comunes, se achican con rapidez y son muy vulnerables al aumento del nivel del mar que produce el cambio climático.

Junto con nuevas visiones sobre el hábitat invernal de la Reinita Cabecidorada, los resultados mostraron que las aves dependen mucho de tres sitios durante la migración en donde hacen largas paradas: la península de Yucatán en México, la frontera de Honduras y Nicaragua, y la frontera de Costa Rica y Panamá.

Dicha información es útil para aquellos que trabajan para proteger los bosques tropicales, incluido el International Alliances Program de Audubon, que se asocia con comunidades locales para desarrollar el turismo ecológico como alternativa a las industrias extractivas en áreas empobrecidas de América Latina y el Caribe. El programa y el grupo asociado de Birdlife Calidris se orientan a fomentar el turismo de aves en Colombia, hogar de la mayor diversidad de aves del mundo con más de 1,900 especies. El Northern Colombia Birding Trail (Camino de Avistaje de Aves en el Norte de Colombia) no está lejos del Valle del río Magdalena, el cual, según sugieren los nuevos datos, es un lugar popular para las Reinitas Cabecidoradas en invierno. Cuenta Matt Jeffrey, director del programa, que el personal está trabajando para mejorar la gestión para las aves y el turismo en base a las aves en dos parques nacionales cercanos. El trabajo internacional de Audubon también incluye esfuerzos de conservación a lo largo de la ruta migratoria de las aves en Belice y en la frontera de Costa Rica y Panamá.

“Lo que estamos haciendo para combatirla [la deforestación] es luchar contra la economía con economía: creando empleos y mercados locales mediante el turismo de aves”, dice Jeffery. “Reconozco que no es la solución ni va a cambiarlo todo. Pero ayuda a concientizar al gobierno para que evalúen las alternativas a la conversión de tierras”.

Incluso si los turistas con binoculares no alcanzan para detener la destrucción de los bosques de Colombia, explorar un paraíso tropical con guías locales capacitados es una agradable forma de contribuir a la conservación de las Reinitas Cabecidoradas y de muchas otras especies. Se puede asumir que no hará falta mucha insistencia para que los entusiastas de las aves participen.